Me hice con esta lectura prácticamente sin saber nada de ella, siendo además de un autor desconocido para mí, pero ya adelanto de que es uno de esos libros que recomiendo leer.

Se trata de una breve novela conmovedora de tan solo 128 páginas donde el autor nos presenta un drama familiar. Sí, un drama, pero escrito de una forma completamente creíble y extremadamente sensible, donde una vez comienzas sus páginas no puedes separarte de él.

Nos metemos de lleno en los pensamientos de un padre que se hace cargo de sus dos hijos tras la muerte de su esposa, fallecida debido a un cáncer por el que luchó a lo largo de tres años.
Durante la enfermedad, nos describe a una familia ejemplar, una familia unida durante las periódicas visitas al hospital que hace el padre acompañado de sus hijos.

A raiz de faltar la madre, comienza a verse un declive paulatino de esta familia. El padre se ocupa del mantenimiento de la casa y de la educación de sus hijos. El hijo más pequeño mantiene una vida ideal, más dotado para los estudios y en general, más centrado en la vida, pero el mayor de ellos comienza a desviarse de lo que puede llamarse una vida ejemplar.

El hijo mayor va tomando sus propias decisiones, no siempre acertadas, como es el ausentismo escolar o unos amigos poco aconsejables. En general, se convierte en un extraño y se va alejando de la unión familiar. La madre era el nexo en común, la que ataba y mantenía unida a la familia.

El libro está escrito desde el punto de vista del padre, donde no deja de preguntarse qué acciones debería de haber tomado ante los duros momentos que se le presentan, tomando una actitud pasiva, se le nota cansado de todo, simplemente fluye por la vida, sin hacer nada por corregir las equivocaciones de sus hijos.

No quiero desvelar mucho más de las acciones que pasan en el libro para no destriparlo, en el que en resumen, nos describe como poco a poco la tragedia invade la vida de los protagonistas, en un libro breve que se lee muy rápido ya que está dividido en pequeños capítulos.