1980. Juan Vilá

Juan Vilá

1980

Anagrama, 2020


1980: el año en que el narrador de esta novela conoció a su nuevo padre. Una declaración de amor filial y un ajuste de cuentas con el pasado y la historia familiar.

1980 es la historia de una familia como todas, o casi todas: tarada. Es decir, normal. Aquí no hay abusos sexuales ni palizas. Hay mujeres poderosas, quizá demasiado, y hay hombres muertos, o ausentes. Hay una madre progre en el Madrid de finales de los setenta, que escucha a María Jiménez y juega con la posibilidad de atropellar a Manuel Fraga, que se queda viuda de pronto y descubre la libertad, pero tiene que sacar a sus tres hijos adelante. Hay también una abuela brutal que se hace cargo de esos niños y presume siempre de haber amortajado a su hermano con solo dieciséis años. Y hay un elegante burgués catalán. Aparece una tarde o una noche de 1980, con sus sombras y sus secretos a cuestas, y acabará cambiando la vida de todos. De forma muy especial, la del narrador, un niño cobarde y furioso. Muchos años después, será él quien escriba, a ratos desde la ternura y a ratos desde la violencia, esta novela, que aspira a ser una declaración de amor filial y un ajuste de cuentas, también una reflexión sobre la familia y sobre el peso que la infancia tiene en el resto de nuestras vidas.

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Reseña


Renacer en 1980. Así es como se siente el protagonista de esta historia en dicho año. Un año que remarca el autor incluso en el título de la obra y le marcará la vida al niño de esta novela, que con gran valor, nos narra el gran cambio que fue para él y sus hermanos la aparición repentina de su nuevo padre; un hombre de 62 años que deja atrás su vida, a su mujer y sus tres hijos para irse a vivir a Barcelona, seducir a su madre y ejercer de padre. Una novela dedicada al hombre que le salvará la vida tanto a él como a su familia.

La repentina muerte de su padre biológico en un accidente de coche, hace que la estabilidad familiar se rompa, siendo la abuela la que se hace cargo de los tres hermanos. El autor hace una gran crítica a una madre inexistente que, tras quedarse viuda, se siente libre y la define como egoísta, algo perdida y ausente.

Como podría pasar en cualquier familia, la primera impresión ante la aparición del repentino nuevo padre es de odio y desconfianza hacia él, pero según avanza la obra, usando una bellísima y humilde prosa, viajamos por los recuerdos del narrador, y comprobamos lo importante que fue esta nueva aparición en su vida; recordando así a su segundo padre como el que lo salvó, siendo el único que resistió y permaneció a su lado, apoyándole y protegiéndole en cada momento de su infancia.

Además del reencuentro con su nuevo padre, el autor hace una profunda radiografía de toda la familia, haciendo incluso un homenaje a su primer padre biológico, siendo al único que le pone nombre y apellidos.

Así, como si fuera parte de un capitulo más de la brillante serie This is us, conocemos poco a poco la historia de su familia, describiendo con detalles a cada uno de los componentes y la importancia e influencia de estos en su vida, y sin pelos en la lengua desgrana tanto las cosas buenas como malas de cada uno de ellos.

Recibir un libro de Anagrama es una de las mejores cosas que te pueden pasar, y si además es de una historia familiar narrada con cariño más aún. Un libro cargado de recuerdos del protagonista de una historia que podría ser la de cualquiera de nosotros y cómo nos llega a condicionar lo vivido de niños.

De momento, me limitaré a señalar hasta qué punto somos ya a esa edad -mis tiene años y los once o doce de mi hermana- la basura o el incalculable tesoro que el día de mañana podrá ver el mundo. La idea en sí resulta aterradora porque supone que el resto, cualquier cosa que pase o que hagas después, no servirá de mucho, o no servirá de nada.

¿Y su ningún intento o esfuerzo, ningún sacrificio, ni siquiera un milagro pudiera salvarnos? Imagina por un segundo que tu destino -o lo que es lo mismo: tu identidad- estuviera ya en esos momentos trazado y solo te quedara plegarte a él o iniciar una eterna y estúpida rebelión sin demasiadas posibilidades de éxito. Imagina esa identidad forjada tan pronto y al margen de ti -la soledad, el vacío, la tristeza, el miedo-. Imagina que ya nunca pudieras librarte de ella e imagina incluso que todo lo demás -tu vida- pudiera explicarse a partir de un momento o escena de la infancia, una anécdota incluso tomada al azar.